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lunes, 23 de junio de 2014
sábado, 21 de junio de 2014
Educación y Desideologización en el paradigma globalizado.
“Sólo en nosotros mismos están nuestros caminos,
y en la educación descansa la emancipación”
Marcos Alonso Cabello
La
expresión ideología se puede entender como el sistema de ideas y
representaciones que dominan el espíritu de un hombre o sociedad. Es propio de
la ideología estar dotada de una estructura y funcionamiento que la constituyen
en una realidad no-histórica, en el sentido en que dicha estructura y
funcionamiento, están presentes en toda historia de la sociedad antrópica y en
ella se representan las relaciones que existen entre ellos y sus condiciones de
existencia, por tal razón, esta obedece casi de manera estricta a los intereses
de la clase dominante en curso, como ha sido puntual en cada ciclo histórico
emanado de su respectiva clase hegemónica y su modo de producción.
En el marco del subdesarrollo y la dependencia, una lacerante afrenta de
los pueblos oprimidos es la transculturación ideológica “entendemos
el vocablo transculturación como proceso transitivo de una cultura a otra,
porque éste no consiste solamente en adquirir una cultura, lo que en rigor
indica la voz anglo-americana aculturación, sino que el proceso implica
necesariamente la pérdida o desarraigo de una cultura precedente, lo que
pudiera decirse una parcial desculturación” , la cual,
históricamente ha sido ejercida por el pensamiento occidental, manifestado por
múltiples factores, que van desde la imposición de representaciones, valores,
ideas y creencias, así como conocimientos científico-tecnológicos, y lo que
entendemos hoy día como globalización.
El proceso de globalización, se fundamenta en el supuesto de un mundo
“unido por las diferencias y complementariedades”, pero este en realidad
representa la capitalización o mejor dicho occidentalización de la economía
(neoliberal), política (tecnócrata) y cultura (american way of life), a través de los mecanismos ideologizantes
del Estado apuntalado por tormentas mediáticas, enajenantes y claramente
dirijistas, que nos indican estándares ontológicos del hombre contemporáneo.
El poder como forma de dominación se une a la tecnología y la ideología
para producir formas de conocimientos, relaciones sociales y otras formas
culturales concretas que operan para silenciar activamente a las personas. Pero
la sutileza de la dominación no se agota refiriendo aquellas formas culturales
que agobian a diario a los oprimidos y oprimidas, también se le puede hallar en
la forma en que ellos y ellas internalizan su propia opresión y por ende,
participan de ella. Se trata de dominación introyectada, de manera
inconsciente, a través de los diferentes canales de socialización, de las
instituciones sociales y que tiene dimensiones múltiples.
Uno de los principales mecanismos de la
superestructura ideologizante es la educación, la cual, ha sido empleada para
cumplir dos funciones principales: conferir y ocultar conocimientos valiosos,
así como enajenar las bases naturales y sustituirlas por sociales, hechos que
demuestran que en realidad tan poderosa arma más que formar seres autónomos y
racionales, se ha encargado de construir sociedades autómatas y obedientes que
asumen los lineamientos plutócratas y dan por únicas y universales, diversas
tesis políticas, económicas, científicas y humanísticas que en las escuelas
oficiales y privadas se imparten por obligación Estatal.
Como decía Althusser en su célebre Ideología y
aparatos ideológicos del Estado: “¿Qué se
aprende en la escuela?...se aprende a escribir, leer y contar, o sea algunas
técnicas, y también otras cosas, incluso elementos de cultura científica o
literaria utilizables directamente en los distintos puestos de la producción.
Se aprenden habilidades...Pero al mismo tiempo, y junto con esas técnicas y
conocimientos, en la escuela se aprenden las reglas de moral y de conciencia
cívica y profesional, lo que significa en realidad reglas del respeto a la
división social-técnica del trabajo y, en definitiva, reglas del orden
establecido por la dominación de clase. Se aprende también a hablar bien el
idioma, a redactar bien, lo que de hecho significa (para los futuros
capitalistas y servidores) saber dar órdenes, es decir, saber dirigirse a los
obreros”. (Althusser, 2008, Págs. 13-14)
En este sentido los hechos son elocuentes, desde la
década de los 70 se erigieron políticas globales de modernización en la
educación con el claro objetivo funcionalista (tanto en los fines sociales como
en su organización académica, en sus contenidos cognoscitivos, métodos
pedagógicos, financiamiento y administración institucional) a los cambios
productivos, las innovaciones tecnológicas, dinamismo acicateado por la
competencia mercantil mundial de consorcios empresariales y potencias
económicas y bélicas.
La
calidad educativa se define a partir de criterios estandarizados globalmente de
productividad y competitividad mercantil, y a partir de ellos, se postula la
necesidad imperiosa de modernizar la educación tradicional, es decir, pública y autónoma; volverla una eficiente
empresa de calidad y supuesta excelencia, acorde a las nuevas exigencias de las
competencias profesionales y del conocimiento informático. La organización y el
desempeño de las actividades académicas son medidas por mecanismos e instrumentos
de evaluación externa e interna para la asignación de recursos y el rendimiento
de cuentas a las instituciones, apuntalado todo esto con normas administrativas
o de gestión institucional que, además, pervierten los sentidos de cooperación
y comunicación entre los individuos al estar cimentadas en la filosofía de lo
individual.
Dichas
políticas han sido implantadas en Latinoamérica y otras latitudes a través de
programas de asistencia técnica y financiera para el desarrollo de organismos
internacionales como la ONU, UNESCO, BM, CEPAL, OCDE, etc. De manera creciente
los postulados y programas de dichos organismos aparecen como directrices de
las políticas educativas internas y de las reformas institucionales y
universitarias en curso, poder que se reviste de ayuda técnica especializada
para la inserción competitiva al mundo posmoderno. Así, enfrentamos la adopción
irreflexiva y acrítica de programas y objetivos educativos diseñados a partir
de cánones y necesidades de reproducción social y de dominio de grupos
oligárquicos mundiales, nacionales o globales, y la falta de vinculación entre
la educación y las necesidades nacionales, sociales, populares y culturales de
nuestras poblaciones.
Lo más
grave de la educación tecnocratizada, es la pérdida del sentido esencial de la
educación, la oclusión de las oportunidades de formación integral física,
intelectual, estética y ética entre las masas, lo que inhibe también el avance
de la organización de formas democráticas de vida y de participación del pueblo
en el ingreso económico, la cultura y el poder. De ahí la tragedia, el vacío,
la penumbra, la catástrofe, vocablos con los que se define desde hace tiempo la
situación educativa del mundo subdesarrollado.
De esta manera, resulta de vital importancia un
viraje educativo, pues debemos encaminarnos a un nuevo modelo sui generis y novedoso que permita la regénesis
del hombre emancipatorio; !No más historia de bronce!, !No más educación
tecnificada para la servidumbre!, !No más educación tecnócrata lacerante a
nuestras soberanías!, !No más profesionistas apócrifos!, !No más dirigismo
educativo, en pos de la ignorancia y la sumisión! y ¡No más demagogia apologizante
de un sistema decadente, dogmatizado y evidentemente carente!.
La solución no es
simplemente plantearse un “reformismo social aplicado a la educación”, nuestro
planteamiento debe focalizarse desde la perspectiva revolucionaria del pensamiento
marxista y todos aquellos planteamientos favorables a una lógica en la cual la
capacidad de re-ideologizarse sea una posibilidad autentica entre los
individuos, y resulta imperante para esos fines, cambiar la realidad educativa
desde sus bases teórico-prácticas.
La
educación debe posibilitar la autonomía, sabiduría, virtud y libertad del ser,
lo cual, no implica borrar forma alguna de conocimiento y mucho menos
enfrascarnos en metodologías herméticas e impositivas tanto institucional como
docente, por el contrario, se propone, desde axiomas ético-morales la facultad
de educación holística e interdisciplinaria, la pedagogía dialógica,
reivindicación e interpretación de la realidad para transformarla y la
deconstrucción criticista de los contenidos epistemológicos para su
construcción acorde a la realidad de cada sociedad e individuo.
La
educación no debe apuntar sólo a la instrucción y recepción de conocimientos,
sino al análisis del conjunto de las estructuras e instituciones que
condicionan la formación de la subjetividad, los procesos de socialización e
individuación, el desarrollo de las potencialidades y capacidades de las
personas. El objetivo debe ser la formación de subjetividades comprometidas con
la sociedad, con el advenimiento y ejercicio de axiomas ético-morales como la
justicia, equidad, solidaridad y cooperación. Resulta imprescindible crear
nuevas concepciones de la realidad, nuevas maneras de interpretar el mundo para
que emerja, como fruto de la construcción colectiva, una sociedad emancipada,
des-enajenada, autogestionaria.
Acorde a esto, Gramsci
postuló la urgencia de estudiar la cultura como campo de hegemonía de la clase
dominante, constructora de un sentido común, que siendo popular es funcional a
esa dominación. Así mismo se debe buscar en el entramado de la cultura popular
los elementos de buen sentido, que puede funcionar como base para el desafío al
poder opresor y para construir nuevos modos espirituales de apropiación de la
realidad. Al mismo tiempo, deben ser motivo de análisis: las maneras en opera
el poder, las causas de la persistencia de una cultura de la dominación y que
es excluyente, discriminatoria, tanto por razones de atributos y diferencias
físicas de las personas, como por otras de orden económico, cultural o
simbólico.
Pero el proceso de transformación
no es lineal. Freire registra la dificultad de que los cambios culturales se
den al mismo tiempo que las transformaciones sociales, afirmando entonces, la
importancia entonces de la educación para la conformación de una nueva
subjetividad. Sobre esto señala: “Uno de
los grandes problemas que una revolución tiene en su transición, en sus
primeros momentos de vida consiste en que la historia no se hace mecánicamente;
la historia se hace históricamente. Esto significa que el cambio, las
transformaciones introducidas por la revolución en su primer momento, adecuadas
al nuevo modo de producción (...) no se construyeron de la noche a la mañana.
Se cambia el modo de producción y lo que hay de superestructural en el dominio
de la cultura, incluso del derecho, y sobre todo de la mentalidad, de la
comprensión del mundo; la ideología, en fin, queda años por detrás del modo de
producción cambiado, porque está forjada por el viejo modo de producción.” (Freire,
Pérez y Martínez, 1997. Pág.16)
De esta manera, a la
educación no puede ubicarse solo en centros cerrados en los que “se piensen”
los problemas de la sociedad, “la escuela no es un claustro”, nuestra tarea
consiste en abrir las puertas de escuelas, colegios y universidades, pero
además paralelamente salir a la realidad social, moviendo toda la maquinaria
intelectual, aplicándola a la sociedad, sintiéndose parte de un único proceso
de constitución de una nueva realidad social. La necesidad de una formación que
articule de manera consecuente la teoría y la praxis.
Esencialmente la
regénesis educativa tendiente a una ruptura con el dogma ideologizante de la
cultura global deberá estar apuntalada por elementos que no solo deben
limitarse a una práctica meramente académica o de formación escolar, sino que
deben ir más allá de ello, abarcando la totalidad del proceso educativo, es
decir, incluir la formación social, para tales fines proponemos los siguientes
elementos:
-Reivindicación
y transformación de la realidad total del hombre. Es fundamental entender al ser humano en su
realidad concreta, es decir como un ser social, el cual está inmerso en una estructura
económica definida que conlleva a una superestructura, al tener conciencia del
entorno se puede desarrollar la conciencia de clase, motor fundamental en la posterior
transformación del ser. La conciencia material es vital en el constructo de
hombre nuevo, pues como decía Marx: ...la personalidad real y prácticamente
activa del hombre es sólo aquella que se resuelve en las relaciones de trabajo
en que el hombre se encuentra; las relaciones de trabajo y producción
constituyen la estructura económica de la sociedad, estructura, que es, por
consiguiente, el elemento determinante de la realidad humana y de la historia.”
(Abbagnano y Visalberghi,
1975, Pág 502). Así se convierte en un imperativo educativo el desarrollo de
dicha conciencia, el cual puede ser germinado en el conocimiento de la realidad
desde una base empírica y sobre todo pragmática, la cual le permita al
individuo conocer la complejidad y el funcionamiento de su entorno y así discernir
entre aquello que representa una virtud y una desvirtud; ello fomentará la des-enajenación
y el libre albedrío, así como el fotalecimiento de sentido crítico y
evidentemente deconstructivo fundamentales para la transformación de la
realidad o bien para el enaltecimiento y reproducción de esta.
La educación debe suponer una actividad
revolucionaria y transformadora con sólidos cimientos basados en la relación
entre la producción y la superestructura. Decía Marx: “No es la
conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser
social es lo que determina su conciencia”. (Fromm, 2011, Pág. 31). En la interpretación, no solo se
debe tener conciencia de clase y de la realidad individual, sino también del
sistema capitalista, de sus contradicciones, injusticias, de su funcionamiento
y de la alternativas a el. Se debe establecer una formación acorde a las
necesidades del individuo para su participación activa dentro de la
conformación social, las cuales, por
contrario, han sido notablemente subordinadas y enajenadas a los intereses le
las élites burguesas. El conocimiento de la teoría permite al hombre comprender
la perspectiva histórica y el desarrollo socioeconómico y político de la
sociedad, ayuda a orientarse en los acontecimientos internacionales y de
sostener una intransigente lucha contra la ideología burguesa.
Se
debe dar una formación en la cual se muestren las contraposiciones antes
referidas del sistema educativo burgués en contraste con el socialista,
consiguiendo sintetizar y conformar un modelo propio a la realidad social, esta
misma dialéctica se ejerce al formar un proyecto educativo capaz de revertir
las relaciones productivas y sociales particulares del capitalismo
(explotación, acumulación, plusvalor, individualismo, privatización, clasismo,
segmentación, etc.), pues tal como lo menciona Franciso Larroyo : “El
proletariado mismo es una realidad dialéctica, como tal, transformable,
superable; defínesela como la negación de la clase capitalista, su antítesis,
pero como ella, será negada, suprimida, a su turno, en la nueva etapa, ya
inmediata, la de la sociedad sin clases. Entonces, dice el marxismo, se habrá
operado el salto a la libertad, ya no habrá, explotadores ni explotados” (Larroyo, 1976, Pág 699).
Así
mismo se puede considerar este carácter dialéctico en el sentido que la
educación es una superestructura, depende de condiciones económicas de una
sociedad. Así tanto el concepto intelectualista de la pedagogía, como el
espiritualista son falsos, habiendo así una contraposición de opuestos que desarrollan
una síntesis de sí.
-
Educación crítica y deconstructiva. Crítica es un término
polisémico que puede conducir a equívoco si no precisamos sus significados y se
aclara en qué sentido se utiliza; es en primer lugar una manifestación de la
actividad intelectual del hombre, es decir un ejercicio antrópico en términos
kantianos sintético a priori, el
cual, en un sentido general es la actitud según la cual no es posible ni
deseable conocer el mundo, o actuar en él sin un previo examen de los fundamentos
del conocimiento y de la acción. Las
rupturas epistemológicas constituyen entonces fuentes de propuestas para
avanzar en formas más pertinentes de aprehender la realidad, y la crítica es inherente
a estos procesos.
En este sentido la formación crítica, debe
permitir al individuo observar las virtudes y desvirtudes de sí mismo y del
sistema en el que se desenvuelve, para poder comenzar una labor
deconstructiva en el sentido de la negación de la dictadura de los conceptos y
posteriormente constructiva de una realidad, la cual tenga como eje la
democracia de la polisemia, y no referidas únicamente al sentido lingüístico,
sino a los paradigmas mismos del modelo tecnócrata que sea no solo funcional
sino virtuosa; de esta forma se estará consiguiendo uno de los principios
axiomáticos más importantes del pensamiento marxista, "la Revolución”,
pues, según Marx: “La conciencia del
cambio de las circunstancias con el de la actividad humana o cambio de los hombres mismos sólo
puede concebirse y entenderse racionalmente como practica revolucionaria”.
La
crítica que conlleva la observación de los datos particulares sin verlos
estructurados en la totalidad social, es superficial. Y la crítica que no está
dirigida por el interés emancipador no penetra más allá de la apariencia. Se
impone, por tanto, una metodología que atienda a los datos de la realidad, pero
que no olvide que hay que ir más allá de lo que aparece para captar el fenómeno
en su objetividad. Esto solo se logra si se acepta que la razón mantiene una
relativa autonomía respecto de los hechos.
Hablamos
de una crítica que no se quede solo en un ejercicio de lógica formal, o de
retórica, sino que denuncie las injusticias, discriminaciones y exclusiones que
agreden la dignidad de las personas y, por ende, cuestionen la estructura
social y el poder que las sostiene. El reconocimiento de la relativa autonomía
de la conciencia frente a las estructuras posibilita que el sujeto las
modifique, pues, el desarrollo del hombre como ser individual y social,
depende, de los cambios reales que logre imprimir en su entorno.
-Educación
Integral y Politécnica. Enfocada
a desarrollar individuos interdisciplinarios, con una formación tal que
les permita aprender de forma ecléctica y holística las multidiversidad de
contenidos académicos, científicos, artísticos, sociales, humanistas y
deportivos, los cuales den al educando la posibilidad de desenvolverse en
cualquier ámbito con sentido crítico fundamentado en bases teóricas y
pragmáticas. De esta forma un individuo debe tener la capacidad de desarrollar
cualquier actividad productiva de manera cabal, en cualquier momento y contexto
que la sociedad lo requiera, rompiendo
así con el dogma de la súper especialización capitalista, que segrega y limita
al individuo en su evolución integral.
La
educación debe servir para formar a individuos capaces de contribuir de manera
plena en el concierto laboral, obviamente sin caer en el perfil tecnócrata
servil, en este respecto Marx afirmaba: “El hombre es esencialmente actividad,
actividad real, producción; no puede haber educación digna del hombre que no
suponga una actividad seria y responsable del trabajo”. (Abbagnano
yVisalberghi, 1975, Pág 505). El trabajo es la auto-expresión del hombre, una
expresión de sus facultades físicas y mentales individuales; en este proceso de
actividad genuina el hombre se desarrolla, sé vuelve el mismo; el trabajo no es
solo un medio para logra un fin, sino un fin en si, la expresión significativa
de la energía humana.
De
esta manera la educación debe estar cimentada en el ideal de formarse para
servir a la sociedad y el desarrollo pleno del individuo; bajo esta lógica el
proyecto educativo debe estar orientado a las necesidades de un Estado con base
proletaria, pues tal como la igualdad y equidad recibida es por merced social,
los frutos del educado deben retribuir de igual forma para dar forma y función
al equilibrio social. La principal célula de la educación laboral es el
colectivo laboral. Trabajo y educación, irán unidos, y por tanto, se perfila
para las generaciones venideras una educación técnica-multilateral”. Este es
uno de los conceptos de mayor relevancia en las formulaciones pedagógicas de
autores como Seidel y Blonsky.
-Ética
y moral. Es de trascendental
importancia en la formación educativa la enseñanza y el ejercicio de principios
ético-morales bajo una lógica sustentada en la conciencia y en el sentido
solidario; pues de una integra virtud en el comportamiento humano depende el
cabal funcionamiento de la sociedad, las más grandes contradicciones del
capitalismo son precisamente emanadas de la escueta o tergiversa ética
educativa bajo preceptos burgueses, que ven en el beneficio del individuo el fundamento
de su ser, lo cual lo conduce a actuar moralmente egoísta manipulando en
sentido maniqueo y anfibológico su papel en la sociedad.
La
ética y la moral deben conducir a la realización del viejo sueño de la unidad
del género humano dentro de su universal variedad, el sueño de alcanzar un
patrimonio socio-histórico común al pluralismo de los múltiples proyectos
éticos de la humanidad. Se intenta detectar cuales son nuestros valores
comunes, de consenso, compartidos por unos y otros, a fin de construir un
comportamiento donde se supere aquella intolerancia reciproca que en ocasiones
manifestamos, a pesar de que nuestra experiencia cotidiana que la honradez, la
honestidad, la responsabilidad, la solidaridad, la tolerancia y otras muchas
virtudes y valores humanos no son patrimonio exclusivo de nadie, sino que deben
ser el fundamento que enaltezca el espíritu humano y la convivencia plena.
El
modelo ético-moral, busca revertir la lógica neoliberal, dándole al individuo
una conciencia que le permita tener un accionar integro en pos de su bien
personal que dependerá plenamente del bien colectivo. La ética se considera un
salto a la libertad, en la cual, el hombre ya no estará sujeto a las
condiciones de vida existentes en el sistema actual de relaciones. La principal
tarea de la educación moral consiste en formar una posición activa del
individuo en la vida, la actitud consciente hacia el deber social, el afán y la
capacidad de contribuir a que las normas morales pasen a ser normas de conducta
cotidiana de las masas y de luchar contra la influencia de la moral en el
régimen impuesto.
Un
axioma fundamental del hombre debe ser la solidaridad, pues con la conciencia
de clase, del entorno, el espíritu crítico, y la funcionalidad, el ser debe
saber que su más alto esmero tendría que sustentarse en su participación plena
y ejercicio profesional no en su beneficio particular sino de los otros, pues
como se ha mencionado es la sociedad misma la que permite al hombre conseguir
una formación de calidad y él debe retribuir apoyando a este ente con trabajo,
apoyo, difusión, transmisión de saberes y también en la construcción y
mejoramiento de su entorno. Tan importante es el aspecto solidario que no puede
existir la virtud si en las conciencias no se opera un cambio que provoque una
nueva actitud fraternal frente a la humanidad.
Se requiere revitalizar
los valores morales, cívicos y espirituales de la persona, como una necesidad para lograr las
aspiraciones de un mundo mejor, más humano en
donde se imponga la cultura de la transparencia y la honestidad. Como
medida preventiva, la materia de Axiología desde primaria, pero no con el
método tradicional de memorizar conceptos, sino realizando dinámicas grupales y
describiendo diferentes casos de problemas morales donde los alumnos tengan que
proponer soluciones, clases de ética a todos los niveles, estos casos,
lógicamente irían aumentando su grado de dificultad cada grado. También daría
cultivar el hábito de lectura y establecer normas más concretas para programas
de entretenimiento infantil, y sobre todo educación a los padres. Para educar
en valores a la población adulta, habría que emprender una gran campaña,
también en los medios de comunicación, y fomentar la lectura de textos
filosóficos, científicos y sociales, mejorando las condiciones de bibliotecas
públicas, sobre todo en áreas rurales. También se requiere la ética pública en
la educación previa al ingreso a la administración y, por supuesto, antes y
durante el tiempo en el que se ocupen cargos públicos. Sin embargo más allá de
estas estrategias escolares, se requiere que dicha formación sea en la praxis
cotidiana y ejercida con el ejemplo.
En mi opinión, muchas de
nuestras dificultades sociales, económicas, administrativas, etc.; disminuirían
considerablemente si se mejoraran nuestros niveles de educación moral, y no
sólo implantando materias y cúmulos de contenidos para promover el amor patrio,
y la “erudición” académica sino también hacia la dignidad de todo ser humano. Y
para esto se necesitarían profesores preparados que sean capaces de transmitir
con su ejemplo, congruencia y estrategias de aprendizaje el valor, en su nivel
holístico, interdisciplinario y sobre todo con un alto sentido ético; pues es
el parteaguas para el funcionamiento de una sociedad, es impensable estructurar
un Estado de respeto a los derechos y obligaciones, a la libertad; sin
formación ético moral la corrupción, la explotación hombre por hombre, el
desinterés por el otro, el egoísmo, la ambición, la holgazanería y tantos males
que aquejan nuestro Estado fallido no podrán ser erradicados o cuando menos
disminuidos.
Entre los filósofos y teóricos de la educación
se va abriendo camino la necesidad de abrir un gran debate sobre la
incorporación de un nuevo lenguaje y unos nuevos contenidos en educación; si el
adiestramiento técnico-profesional, indispensable como objetivo educativo en
los procesos de enseñanza, deba ir acompañado de otros aprendizajes morales,
y situar entonces el discurso pedagógico no ya sólo en los medios, sino en el qué
y para qué (Fullat, 1997). La educación, tiene una necesaria dimensión social. Es ética y política, es compasión y compromiso. Y despojar a la
educación de estas dimensiones es reducirla al más puro adoctrinamiento. En
tanto que es ética, la educación no está desligada de los problemas que afectan
a los hombres concretos, sino que brota de ellos, de su derecho a una vida
digna y justa, de su derecho a decir su palabra, la palabra del pasado,
de la tradición; la palabra transformadora del presente, la que desvela la
realidad y le permite descubrir las contradicciones que le impiden ser hombre o
mujer, pero también la palabra del futuro todavía no dicha, la palabra de la
esperanza. La persona está intrínsecamente proyectada hacia el futuro, es
anticipación, proyección de algo (Marías, 1996). Y en tanto que educación, es
en sí misma un acto social y político. Lo político forma parte de la naturaleza
misma de la educación, por lo que los problemas de ésta no son exclusivamente
pedagógicos, sino esencial y profundamente políticos.
La finalidad de educar no se limita, por
tanto, al ámbito de las características personales, “psicologizando” la
educación, implica la formación del sujeto como ser social, incorporando toda
la realidad de éste. Y entonces, la educación no puede sustraerse a la función
de transformación de la realidad social en la que el educando vive, de modo que
le permita la realización de un ideal (valioso) de persona que toda educación
lleva implícito.
-Educación Dialógica. Un puntal esencial de la transformación pedagógica
que conlleve a la formación de nuevos individuos virtuosos, libres,
emancipatorios, críticos y autónomos, es sin duda alguna el horizontal proceso
dialógico, el cual capaz de edificar la interacción compleja y funcional de los
actores de la dicotomía cíclica del proceso educativo, es decir aquella entre
el educador y el educando. De esta forma, desde la Grecia antigua el propio
Sócrates abogaba a la Mayéutica como principal mecanismo generador de
conocimientos y como el mismo decía, de camino a la verdad. Tomemos también en
consideración que este saber dialogado, es una necesidad ontológica del hombre
como especie, pues desde el horizonte paleolítico, ya el ser humano consensuaba
y se retroalimentaba de los saberes múltiples para hacerlos complejos. Así mismo
en la américa prehispánica entre los Huicholes circulaba la máxima “solo entre
todos, lo sabemos todo”.
En
este sentido es obligado el parafraseo a Paulo Freire, quien desarrolla de
manera magistral este planteamiento dialógico, y sobre todo aterrizándolo y enfocándolo
no solo a la realidad nuestramericana sino al contexto del subdesarrollo, como
bien lo apunta él como la Pedagogía del oprimido. Así el diálogo debe ser
concebido como un ejercicio de acción reflexión simbióticamente solidaria fundamentada
principalmente en la transformación del hombre y por ende de su entorno. El
diálogo pues, es una exigencia existencial de sujetos encausados hacia el mundo
que debe ser transformado y humanizado, no puede reducirse a un mero acto de
depositar ideas de un sujeto en el otro, ni convertirse tampoco en un simple
cambio de ideas consumadas por sus permutantes.
Paulo
Freire estructura el diálogo transformador a partir de elementos constitutivos
que buscan hacer de esta práctica una relación horizontal, los cuales apuntan
puntos como: El amor al mundo, a la vida y a los hombres, de ahí que sea,
esencialmente, tarea de sujetos y que no pueda verificarse en las relaciones de
dominación, este acto de amor radica en el compromiso con la causa de la
liberación del oprimido. Por otro lado, no hay diálogo si no hay humildad, pues
la pronunciación del mundo, con el cual se recrea permanentemente, no puede ser
un acto arrogante. El diálogo como encuentro de los hombres para la tarea común
de saber y actuar, se rompe si sus polos o uno de ellos pierde la humildad, así
un hombre que carece de humildad en nada puede ejercer un diálogo y mucho menos
ser un referente y educador para el pueblo, el ejercicio dialógico busca
entonces hombres que en comunicación mutua buscan saber más. La fe en los
hombres es un dato a priori del
diálogo, esta debe estar depositada en los hombres sin caer en la ingenuidad.
El hombre dialógico que es crítico sabe que el poder de hacer, crear,
transformar, es un poder de los hombres y sabe también que ellos pueden,
enajenados en una situación concreta, tener ese poder, el cual puede renacer y
re-direccionarse a la emancipación y por qué no, a la virtud.
En palabras
de Freire: “Para el educador-educando,
dialógico, problematizador, el contenido programático de la educación no es una
donación o una imposición –un conjunto de informes que han de ser depositados
en los educandos-, sino la devolución organizada, sistematizada y acrecentada
al pueblo de aquellos elementos que éste le entregó en forma inestructurada.
(Freire, 1970, Pág. 107). Nuestro papel, entonces, no es hablar al pueblo sobre
nuestra visión del mundo, o intentar imponerla a él, sino dialogar con él sobre
su visión y la nuestra. Tenemos que estar convencidos de que su visión del
mundo, manifestada en las diversas formas de su acción, refleja su situación en
el mundo en el que se constituye.
En
México este paradigma educativo resulta al parecer inviable el día de hoy por
muchos motivos, que apuntan básicamente a la influencia neoliberal y sus
aparatos ideologizantes que ejerce el imperialismo norteamericano en nuestro territorio;
para dichos esmeros neoliberales una educación crítica y de compromiso social
es lacerante a sus intereses y sobre todo conducirían al proceso des-ideologizante
tan peligroso para sus estructuras sociales.
Con
ello damos justamente en el punto clave de muchas de las problemáticas contemporáneas,
pues si bien tuviésemos una nueva perspectiva no solo en la estructura sino en
los programas educativos, los mexicanos seriamos individuos más integrales en
el ámbito académico y más allá de eso en el ámbito social. Al tener una educación
crítica diseñada a las necesidades colectivas, nuestros niños y jóvenes serían
individuos sanos (recordemos que nuestro país es el primer lugar en obesidad y
uno de los principales consumidores de drogas legales e ilegales), con un
espíritu solidario más que mercantil, con conciencia de clase y de la
importancia de su trascendencia como componente social y su función dentro de
esta, tendríamos una fuerza laboral preparada y un gran número de profesionales
capaces de generar innovaciones científicas y tecnológicas que liberen a México
de la dependencia en este rubro, lo cual daría pie a la explotación de recursos
en beneficio de la sociedad y no solo de las transnacionales.
Este proceso
de reeducación des-ideologizante, enfocaría a cada individuo a una disciplina
según sus aptitudes y actitudes y de acuerdo a las necesidades sociales, logrando
así canalizarle a una función colectiva benéfica, evitando deserciones
prematuras, y desempleos masivos al haber cientos de profesiones sin campo
laboral con excedente de ofertantes los cuales cumplen únicamente perfiles de
funcionalismo tecnócrata. Esto junto con la gratuidad educativa y la igualdad
de condiciones que el marxismo plantea, nos da por resultado romper con un
contundente lastre al desarrollo, el cual es la desigualdad que no ha permitido
el crecimiento homogéneo de nuestra sociedad marcando diferencias tajantes en
las oportunidades y función social mercantil, rompiendo así con el inalienable
derecho a la igualdad.
Es precisamente a partir del proceso educativo que el aparato ideológico
se puede reconfigurar, pues ha sido este mismo ejercicio formativo el que nos
ha germinado los paradigmas neoliberales, alienándonos, enajenándonos y sobre
todo asimilando sus constructos sociales. Hoy es necesaria una
pedagogía que se base más en la importancia del otro, que comience en el
otro, en su existencia histórica; que se pregunte por el otro. No
es posible seguir educando como si nada ocurriera fuera del recinto escolar, o
hubiera ocurrido en el inmediato pasado, desde paradigmas que hoy se muestran
claramente insuficientes, ignorando qué tipo de hombre y mujer y de sociedad se
quiere construir ignorando las condiciones sociales que están afectando a los
educandos. Volver la espalda a esta realidad es tanto como renunciar a educar.
Bibliografía:
Abbagnano
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hegeliana y el marxismo”. En Historia
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Fromm. 2011. “El problema de la
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Fullat, O. 1997. Antropología filosófica de la educación. Ariel.
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Louis
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ideológicos del Estado. Grupo Editorial Tomo. México.
Marias, J. 1996. La educación sentimental. Alianza. Madrid.
Paulo Freire, 1970. Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores. México.
Paulo
Freire, E. Pérez y F. Martínez. 1997. Diálogos
con Paulo Freire. Editorial Caminos, La Habana..
Biografía. Paulo Freire
Paulo Freire nació el 19 de septiembre de 1921, en Recife, Brasil, de un padre oficial de la policía militar. Freire y sus hermanos fueron educados en la tradición católica por su madre. Estudió letras doctorándose posteriormente en Filosofía e Historia de la Educación en1959. Al doctorarse, elaboró su tesis «Educación y actualidad brasileña», en la que se sientan las bases de su método, que dice lo siguiente: “todo proceso educativo debe partir de la realidad que rodea a cada individuo”.
En 1944 se casó con una maestra de enseñanza primaria.
En 1961, fue nombrado director del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de Recife.
En 1963 puso en práctica su primera experiencia educativa de grupo, dentro de la Campaña Nacional de Alfabetización, consiguiendo la alfabetización de 300 trabajadores rurales.
Como consecuencia del golpe militar de 1964, debió abandonar su actividad, calificada de subversiva, y buscó refugio en Chile, donde participó en diversos planes del gobierno democristiano de Eduardo Frei, como el programa de educación de adultos del Instituto Chileno para la Reforma Agraria. Allí escribe Pedagogía del oprimido, posiblemente su obra más importante.
En su época en Estados Unidos, militó como profesor en la Universidad de Harvard. Colaboró con los grupos dedicados a la reforma educativa en los ámbitos rurales y urbanos.
En 1970 se trasladó a Ginebra (Suiza), donde trabajó en los programas de educación del Consejo Mundial de las Iglesias.
Después de dieciséis años de exilio, en 1980 volvió a Brasil, siendo profesor en la Universidad de Estadual de Campinas y en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo, ciudad esta última de la que fue Secretario de Educación. En 1986, recibió el premio internacional «Paz y Educación» de la UNESCO. Fue investido doctor «honoris causa» por una veintena de universidades de todo el mundo.
Paulo Freire ha publicado un amplio conjunto de obras que se han traducido a un total de 18 idiomas.
PRINCIPALES OBRAS
La
educación como práctica de la libertad (1971). En esta obra, Paulo Freire realiza un estudio sobre la
importancia de la educación en aspectos tan relevantes como la libertad de las
personas, exponiendo que, para que una persona sea realmente libre, necesita de
una educación que le permita pensar por sí mismo de forma crítica sobre lo que
le rodea y tener sus propias ideas sobre ello.
Pedagogía
del oprimido (1970).
Quizás su obra más relevante, en ella analiza las causas que pueden llegar a
oprimir a un hombre y cómo hacer para dar vuelta dicha situación.
Tiene como objetivo un plan para la liberación auténtica del hombre,
(opresor u oprimido). Además realiza una importante crítica al sistema
tradicional de la educación, lo que él denomina la educación bancaria, y
presenta una nueva pedagogía donde los educadores y los educandos trabajan
juntos para desarrollar una visión crítica del mundo en que viven.
Freire rechaza la situación de la cultura dominante, donde los privilegiados son los actores y los demás son meramente espectadores. “En la síntesis cultural, donde no existen espectadores, la realidad que debe transformarse para la liberación de los hombres es la incidencia de la acción de los actores”.
Freire rechaza la situación de la cultura dominante, donde los privilegiados son los actores y los demás son meramente espectadores. “En la síntesis cultural, donde no existen espectadores, la realidad que debe transformarse para la liberación de los hombres es la incidencia de la acción de los actores”.
Extensión
o comunicación (1973).
Profunda crítica a las tradicionales formas y campañas de alfabetización, las
cuales Freire considera que adolecen de graves y grandes faltas.
Pensamientos
_Alejandra López Silva
Si me voy
antes que tú, te pido por favor que no vengas a verme. No quiero que mires mi
cuerpo tieso y frío, este cuerpo que ya no emanará el calor que te abrigaba.
Mis manos tiesas que ya no te acariciarán ni te harán vibrar como cuando te
tocaban. No quiero que mires mi rigidez cuando a ti tanto te gustaba el vaivén
de mi cadera. No vengas, por favor, te asustará la palidez de mi rostro ¿en
dónde está el color rosado y bello de mi faz? se ha ido junto con mi respiración
y mi aliento que te excitaba cuando lo sentías en tu oído. Mis ojos cerrados ya
no podrán mirarte, estarán llenos de oscuridad, de penumbra, como aquella
habitación donde nos entregábamos. Mi lecho estará frío, nada se comparará con
aquella mesurada fricción de nuestros cuerpos vivos. Mi cama será tan estrecha,
no podrás recostarte a mi lado ni abrazarme hasta quedarte dormido. No vengas.
El olor de la cera que alumbrará mi morada será tan distinto al que tu piel y
la mía dimanaban. No vengas a verme, no me traigas flores porque no serán
iguales a las que gustaba de mirar en tu jardín. En este lugar no habrá risas
ni alegría, sólo llanto, pena y dolor. Abstente de querer tocarme o besarme. El
cristal que cubra mi ataúd te lo impedirá. Si me voy antes que tú, por favor,
no vengas. No soporto pensar cómo me verás, si mi recuerdo quedará grabado en
tu memoria o después de esa visita quedaré definitivamente enterrada para ti y
olvidada en mi sepultura…
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No voy a
derramar una lágrima más por ti. Ya no lloraré cada vez que me alcance tu
recuerdo. Demasiado tarde, quizá, pero hoy he comprendido al fin, que no serás
nunca para mí. Me cuesta y duele aceptar que tu interés fue efímero, momentáneo.
Obtuviste lo que querías y yo te tuve a ti. Izaré las velas, buscaré nuevas
rutas, el mar es tan vasto. Entraré en la disposición de vivir nuevas
aventuras, con la frente en alto, evitando cometer el mismo error de amar a
alguien tan lejano. El desasosiego por ti que habita mi alma y mi corazón será
arrancado y arrojado fuera como algo pestilente, me purificaré de ti, ya no te
quiero como un huésped en mi vida. No voy a derramar ¡jamás!, ya nunca, más
lágrimas por ti. Las que ahora escurren por mi rostro y empapan este papel, son
las últimas que sabrán de ti. No derramaré más lágrimas por ti. Ya no
vale la pena.
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Lléname
de ti, ahora, sin pudor ni remordimientos que tu sudor me empape y el mío a ti.
Lléname
de tu esencia, tu aroma y tu sabor; que se impregne en mí el deseo que emanas y
que yo recibo y absorbo sedienta de ti.
Llena mi
mente de este momento, que mi cerebro se colme de tu recuerdo, plétora de
cariño y besos.
Lléname,
lléname porque estoy vacía de caricias, de ternura. vacía de un cuerpo al que
pueda entregarme por completo.
Llena mi
huero, aunque sea por unas horas, por unos instantes.
Lléname,
por favor, lo necesito, sentir que vivo, que aún siento.
Mi cuerpo
solitario, enclaustrado, rey de la soledad, pienso que eso es inhumano.
Por eso,
ahora que estás aquí, quiero que me llenes de ti, que mi cuerpo vacuo conozca
tus secretos y tú los míos.
Quizá
después de esto, mi ser quedará henchido de nuestro placer compartido, pero
ahora, lléname. Te necesito.
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¿Por qué
no eres tú quien está conmigo?
Mejor
cierro los ojos y comienzo a imaginar tu rostro. Me invento que son tus manos
las que tocan y acarician, las que recorren mi piel y hurgan mi intimidad.
Te beso a
ti con mi pasión disoluta, liviana, grito silente tu nombre y tus
suspiros, tu aliento son los que llenan mis sentidos.
Tus
labios siguen su trayecto y besan logrando que clame de placer.
Eres tú
el que me toca, quien me llena de goce y éxtasis.
No quiero
abrir mis ojos, no. quiero seguir pensando hasta el final que eres tú quien
desemboca en mí y me hace enloquecer.
No quiero
abrir los ojos, no. quiero seguir imaginándote, sentir que la tibieza de tu
piel es la que me envuelve, que es tu viveza la que me derrite y llegar al
máximo, creyendo que eres tú.
¿Por qué
no estás ahora aquí conmigo?
¿Imaginarás
tú lo mismo? ¿piensas que soy la que está a tu lado? no lo sé.
Debo
abrir mis ojos, terminar de imaginar, llorar en silencio recordando tu imagen,
tu esencia, el largo de tu cabello.
¿Por qué
no eres tú el que está conmigo?
No eres
tú, no lo eres, ya no lo serás, nunca, no serás ya.
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_Fernanda Ramírez
El
caoba de tus ojos, mirada otoñal dulce, renace en mí. Tu aliento como el viento
astuto, soplo de vida, esperanza tierna y real, complace mi suplicar
ahuyentando gotas secas, era mi penar. Prudente el despertar me incita a
caminar, por antiguas llagas y las veo volar, despido para no sentirlas, han
muerto, se van, abren brazos limpios esperando un nuevo comenzar, destellos
traspasan reflejando mis sentidos con una ilusión en cada suspirar. Sonrojando
mi mejor gesto, el de felicidad.
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Preparándome
una vez más en soledad, porque miras con desprecio el amor. Desde el fondo de
mi corazón jamás podré olvidar, momentos que nunca volverán. Mi más hermoso
sueño ha muerto, se esfuma entre mi cuerpo, mis dedos, mis labios. Parecía tan
real pero nada es normal, lo más lindo del mundo fue tu presencia y robaste mi
ser en el momento en que entró tu ausencia. Caí en un abismo que desgarra este
cuerpo, parezco estar derrotada, cansada de vivir sin sentido, recordando que
no puedo odiarte lo que odio es amarte, arrastro a desterrarte de mi alma,
podré así curar mis heridas y no ser una esclava de tu amor.
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Fantasías
y mundos diferentes cortejándome, bendiciendo el rincón más escondido de mí.
Iluminan mi obscuridad y ceguera. Dulcemente tu esencia recubre el ruido de
amor y ternura, es lo que llenan tus manos. Naufragas en mis sueños, ilusiones
inciertas me conmueven y entrego, eres mi confidente. A cada instante robas mis
sentidos, es tan profundo lo que provocas que olvide de la realidad, tan cerca
y tan lejos, paso desapercibida. Muero de día y ansiosamente despierto al
llegar la luna. En ese momento eres mi amante perfecto.
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